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viernes, 8 de mayo de 2015

Rosset (III). Realidad y música (I).


Y parece que una de las dificultades más grandes de la contradicción rossetiana de la alegría es superar toda moral.
O se es alegre y trágico o se es moral y, por tanto, anti trágico. Y en Rosset (como en sus ilustres antecesores trágicos -o considerados trágicos por él-) ser anti trágico es ser incapaz de aceptar la realidad tal cual. ¿Hay alguien capaz de eso; de no poner velos, dobles o sustitutos paralelos a la brutalidad de lo real? ¿Hay alguien capaz de vivir asumiendo en absoluto la irreductibilidad a algo de lo que podamos imaginar sobre lo real; de vivir en la paradoja de las paradojas? ¿Y, además, no es cualquier rechazo particular a cierto aspecto de la vida un rechazo total de la realidad y de la vida?... Todos vivimos al margen, pues.

Sin embargo… hay algo; hay algo único que es en sí mismo una realidad única apartada de lo que consideramos real y tan real como lo real: la música. Realidad realísima autónoma de toda representación. Oh, milagro!... A ver. Seguiremos con ella en la próxima entrega sobre Rosset.

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