Las coplas de Jorge Manrique en este
precioso final de Russian Ark. Pero
que no nos cause temor ese gélido mar final en tinieblas. Nada de melancolía.
Nada de pesimismo… como mucho, como decía Chesterton, el de una dulce tarde de domingo. Porque estamos
destinados a navegar por siempre. A vivir para siempre.
Otra vez Sokurov, sí.
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