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martes, 19 de enero de 2016

"Tempestades de acero" (I)



Un jovencísimo Ernst Jünger escribe sobre la I Guerra Mundial desde la primera línea de combate. Sus observaciones y reflexiones son las de un guerrero que hace lo que tiene que hacer, pero sin perder nunca la razón ni el sentido de la justicia. Estoicismo, comprensión del deber, distanciamiento, coraje y ecuanimidad le permiten forjar un espíritu libre y no tener que rendir cuentas ni pedir disculpas atormentando su mente en medio de aquel exterminio. Maravillándose de la realidad cada día -ya desde el espanto, ya desde el placer- y manteniendo la curiosidad intacta dentro del horror comprende sin miedo la existencia como revelación de un enigma sin fin.


“(…) En la guerra he aspirado siempre a contemplar sin odio al enemigo, a apreciarlo como hombre de acuerdo con su valor. Me he esforzado en buscarlo en la lucha para matarlo y no he esperado de él otra cosa. Pero nunca he pensado que fuera un ser vil. Cuando más tarde cayeron en mis manos prisioneros, me sentí responsable de su seguridad y procuré hacer por ellos todo lo que estaba a mi alcance.”

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