Los mexicanos siguen manteniendo viva la
larga tradición del romance criminal con los narcocorridos, cuyo origen se
remonta a los corridos tequileros fronterizos de cuando la Ley Seca norteamericana.
Los narcocorridistas cantan bien y
escriben buenas letras. Cuidan la propaganda y les sale el producto. A partir
de los años -30 ya se hablaba de drogas en las canciones, y se criticaba el crimen,
pero a partir de los -80 la cosa fue cambiando. Los jóvenes siguen estas
canciones por cientos de miles; la sentimentalidad y el glamour del mal se va
renovando y por eso a muchos críos no les cuesta nada “aventarse un jale” y a
partir de ahí seguir a la “plebada que mantiene el tiro arriba”. Tremendo. Qué
guerra más difícil para la legalidad. Y para la educación. Y en realidad, todo
el mundo sabe que hasta que no se despenalicen las drogas a nivel general la
guerra seguirá con toda su brutal insistencia. Lo curioso es que no pocos
narcocorridistas mueren asesinados también de la peor manera. En ese mundo
nadie está a salvo. Seguramente por eso los grupos más conocidos residen en
California, desde donde se va renovando el género.
¿Cómo vivirán esta moda musical las
víctimas de los criminales?...
Éste es uno de los más pinches narcocorridos versión heroica
(yo diría del nuevo Movimiento alterado)
que conozco:
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