Alejandro va
hacia el sur, camino de Éfeso. Una vez allí vuelve a demostrar su entendimiento
práctico de la política pero también su sentido de la justicia:
“(…) Alcanzó
Alejandro Éfeso, donde restableció a los exiliados que anteriormente habían
tenido que abandonar la ciudad por su causa; disolvió la oligarquía y restauró
la democracia. (…) Los habitantes de Éfeso, al verse libres del miedo a los
oligarcas, se dispusieron a ajusticiar a quienes habían llamado a Memnón. (…)
Con todo, Alejandro impidió que se siguiera buscando y ejecutando a otros
ciudadanos porque sabía que juntamente con los culpables también el populacho
ajusticiaría a otros injustamente, a unos por enemistad y a otros por
apropiarse de sus bienes en caso de que no se impusiera un límite a tales
licencias. Pues bien, si en alguna ocasión obtuvo Alejandro buena reputación
fue especialmente ahora, ante los sucesos ocurridos en Éfeso.”
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