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viernes, 15 de abril de 2016

Cómo destruir ciudades


Nunca votaré a un alcalde que no prohíba la invasión de las aceras por motos de todo tipo conducidas por una variedad interminable de necios, energúmenos y tarados. Una ciudad que no considere inviolable el espacio peatonal es una ciudad que abre la puerta a la barbarie y que,  antes o después, acabará arrasada. Si los responsables municipales no entienden algo tan elemental; si, al menos, no intentan luchar contra esa lacra aun sabiendo que la guerra no se puede ganar, es que son una pandilla de piltrafas nihilistas.
En Barcelona, no sólo aparcan motos en aceras anchas y estrechas, sino que circulan y corren por ellas poniendo en peligro la integridad física de los peatones, acaso -como he comprobado repetidas veces- para evitarse dar la vuelta a la manzana o ahorrarse hacer unos metros de más.
Lo que hace vivible una aglomeración urbana es la educación y el respeto mutuo de sus habitantes. Cuando los hijos de puta campan impunemente a sus anchas es que la cosa está en las últimas; y no importa lo bella que sea una ciudad (que tampoco es el caso de Barcelona).
Nunca puedo votar a un alcalde.

PD Otro día hablamos de las bicicletas; que también.

2 comentarios:

  1. Precisamente esta tarde ha estado apunto de atropellarme un tipo en bici con prisas, por la acera, en Vilanova. Un chino, joder. Esto es insoportable.

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    1. Es constante. Hace pocos días casi llego a las manos con un animal motorizado de ese tipo. Encima quieren tener razón. Cojonudo.

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