Nunca votaré a
un alcalde que no prohíba la invasión de las aceras por motos de todo tipo
conducidas por una variedad interminable de necios, energúmenos y tarados. Una
ciudad que no considere inviolable el espacio peatonal es una ciudad que abre
la puerta a la barbarie y que, antes o
después, acabará arrasada. Si los responsables municipales no entienden algo
tan elemental; si, al menos, no intentan luchar contra esa lacra aun sabiendo
que la guerra no se puede ganar, es que son una pandilla de piltrafas nihilistas.
En Barcelona, no
sólo aparcan motos en aceras anchas y estrechas, sino que circulan y corren por
ellas poniendo en peligro la integridad física de los peatones, acaso -como he
comprobado repetidas veces- para evitarse dar la vuelta a la manzana o ahorrarse hacer unos metros de más.
Lo que hace
vivible una aglomeración urbana es la educación y el respeto mutuo de sus
habitantes. Cuando los hijos de puta campan impunemente a sus anchas es que la
cosa está en las últimas; y no importa lo bella que sea una ciudad (que tampoco
es el caso de Barcelona).
Nunca puedo
votar a un alcalde.
PD Otro día
hablamos de las bicicletas; que también.
Precisamente esta tarde ha estado apunto de atropellarme un tipo en bici con prisas, por la acera, en Vilanova. Un chino, joder. Esto es insoportable.
ResponderEliminarEs constante. Hace pocos días casi llego a las manos con un animal motorizado de ese tipo. Encima quieren tener razón. Cojonudo.
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