Que con la nueva Ley de Educación haya más gasto en becas y más
gasto por alumno (España es uno de los países de Europa que más gasta por alumno
con menores resultados) no ha impedido que se incrementen las tasas y que se
penalice a los estudiantes que suspendan repetidas veces en la Universidad.
Aquí está por ver quién puede ser excluido de los estudios superiores por
estas medidas. Por ello, es posible que haya que hacer enmiendas fundamentales
en ese ámbito.
Pero hay algo profundamente descorazonador en toda esta propaganda
política grosera y torticera contra una ley que, por otra parte, es de lo más pacata en las correcciones de los errores de las nefastas leyes anteriores que afectan,
por ejemplo y de forma demoledora, a la enseñanza secundaria.
Los que se manifestaban ayer contra los recortes, bien, es justo
y necesario; pero los que se manifestaban contra las reformas que quiere
introducir la Ley en la enseñanza media, una de dos, o tienen interés en seguir
hundiéndose en la miseria (sobre todo, en hundir a los alumnos) o son unos
perfectos ignorantes tanto de la Ley como de la situación de la enseñanza
actual.
En una enseñanza seria, la integración e igualdad deben ser de
partida y no de recorrido como piden muchos, porque la supuesta igualdad de
recorrido no es más que una pantomima de educación, esa que se sufre en tantos
lugares de este país desde hace décadas. A veces, la falsa igualdad no provoca
más que la peor de las desigualdades: institutos llenos de semianalfabetos y
adolescentes desmotivados (perfectos gamberros, en no pocos casos, que no
quieren estar ahí y a los que mantienen en su sillas haciéndoles pasar de curso
hagan lo que hagan) que impiden el desarrollo normal de las clases y el
aprendizaje de los alumnos normales. Esta es la peor de las injusticias porque
se está robando el derecho a ser educados e instruidos a los que realmente
quieren y necesitan serlo.
Los que ayer pedían “no tocar la educación”, sin quererlo
también estaban diciendo: ‘dejemos que se hunda de una vez por todas el nivel
educativo de la educación pública española’.
Veamos sólo algunos tímidos puntos que quiere introducir la
nueva Ley en la secundaria:
-Evaluaciones externas (objetivas) al final de la ESO. (Son
necesarias para que no continúen las presiones sobre los profesores por parte
de las direcciones y las manipulaciones en las notas a gusto de cada centro.)
-Oficializar y regular un 4º de ESO para el Bachillerato y otro
destinado a la FP. (Una división que aclararía y mejoraría la situación general
y el nivel académico en ese final de etapa y que, de hecho, muchos centros se
ven obligados ya a aplicar.)
-En Catalunya habrá una prueba especial de catalán dependiente
del Departament d’Ensenyament. (También permitirá saber con mucha más
objetividad y precisión el nivel alcanzado por los estudiantes.) Pero en Catalunya,
desgraciado caso aparte, los políticos nacionalistas no quieren informar de
esto. Es algo que cae por su propio peso: sólo les interesa ocultar, engañar e
intoxicar a la opinión pública para continuar con su demagógica autoadulación
agraviada; han visto que la manipulación de las masas (perfectamente pecuarias) mediante
mentiras (o chantajes dinerarios) les supone, de momento, un buen negocio. Por
eso, no es de extrañar oír cosas como las que me decía ayer un profesor
veterano de CC.OO: “En Catalunya, los sindicatos mayoritarios tienen la
consigna de no hacer nada que pueda molestar las pretensiones identitarias de
los nacionalistas.” Así mismo. Eso ya lo sabíamos muchos desde hace tiempo. Por eso sabemos, desde luego, que no saldrán a la calle para reclamar el dinero de
la paga extra que, una vez más, va a robar la Generalitat a sus trabajadores (esto
se aplica ya sólo en Catalunya), o que no protestarán ante la negativa, por
parte de todos los grupos nacionalistas en el Parlament, a que el profesor sea
una autoridad pública.
Huelgas, banderitas y reivindicaciones por la "igualdad"…
¡Sinvergüenzas!
El otro día hoy por ahí: "se han opuesto a todas y cada una de las reformas educativas de la democracia; si les hubiéramos hecho caso, tendríamos todavía la educación franquista". A ver si va a ser que...
ResponderEliminarEl otro día "oí" por ahí, claro.
EliminarBien recordado. (De todas formas, el nivel de la educación, no tanto franquista, sino de durante el franquismo, al menos en los últimos años, era bastante superior al nivel actual 'logsiano'. Sólo hay que ver los, en general, excelentes libros que se utilizaban entonces.)
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