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domingo, 20 de octubre de 2013

Miriam



La semana que viene hará cuatro años que murió Miriam, una de mis mejores amigas.
Murió de una enfermedad lenta y dolorosa; una enfermedad irremediable que la consumía por dentro y por fuera.
Jamás se quejó. Sólo luchó y vivió todo lo que pudo. Estuvo siempre en su sitio, con inteligencia y coraje. Nunca perdió el buen humor.

Murió… y fraguó el ejemplo. Esos raros ejemplos que uno quiere tener siempre presentes y ser digno de ellos en los momentos difíciles.
Pero la verdad asoma con el tiempo, definitiva: cada uno es como es y la reciedumbre vital no se pega por quererla.
Por eso, porque cada uno es como es y está más o menos determinado en su pequeñez, es necesario llevar consigo el recuerdo de estas personas como un icono sagrado.

En estos casos la admiración es una fuerza moral a la que estamos obligados.

1 comentario:

  1. Buf, ya cuatro años, han pasado volando y, a la vez, qué presente la tengo todavía... Qué bonito homenaje, me he emocionado.

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