Pero… ¿Era esto necesario?
El presidente de la República francesa
haciendo el ridículo ‘bajo’ una titana masái (o lo que sea). Fíjense en la
sonrisa de la dama.
Toda la ‘grandeur’ de la República
enanizada de un plumazo.
¿Pero es que este trasto de hombre no se dio cuenta de que quien le aconsejó hacer eso era su peor enemigo?
A veces la ‘alta’ política (jojojo) nos
ofrece imágenes con cierta justicia poética. Qué bonito hubiera sido que el momento acabara con el presidente sentado en el regazo de la señora chupándose el dedo.
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