Para la representación visual del
Holocausto nazi-alemán, culminación en todos los aspectos de todo genocidio
masivo que haya tenido lugar a lo largo de la historia humana, no hay
testimonios legítimos y no puede haberlos, como se ha dicho repetidamente. No
es posible una ficción sobre ello.
Claude Lanzmann y su Shoah son un cierre
definitivo sobre la cuestión. Pero llegó la película húngara El hijo de Saúl y el mismo Lanzmann
manifestó: “Hijo de Saúl es lo
contrario de La Lista de Schindler. A
diferencia de la falacia que ha presentado Spielberg y otros, que no han
reflexionado suficientemente sobre la cuestión, Nemes [el director] nunca
muestra las cámaras de gas. No ha querido representar el Holocausto, sino la
vida de los Sonderkommandos. En la película,
la gente corre sin descanso, entre gritos constantes de fondo. La nobleza de
Nemes consiste en no habernos querido seducirnos.”
Esto es un sorprendente elogio viniendo
de quien viene. La clave está en ese “no ha querido seducirnos”. Toda ficción
busca la seducción y en sus momentos más intensos la catarsis. La catarsis
puede ser una indignidad cuando toca temas como el Holocausto nazi-alemán. La
descarga emocional, el llanto, la purificación, al fin. No, no cabe semejante
cosa.
Lanzmann acaba diciendo: “A Nemes no se
le puede reprochar casi nada.”
Ese “casi”… Porque yo creo que sí hay
algo reprochable: un final que en los últimos tres o cuatro minutos abandona la
severa forma cinematográfica anterior para abrirse a una suerte de simbólica
imagen de esperanza. Lo que durante 140 minutos había sido una aportación digna
sobre lo inexpresable, un leve apunte acertado sobre un horror apenas concebible, resulta que no resiste el
cierre en ese atisbo de realidad de lo que fue, y va y pone luz. Un sostenido
esfuerzo de verdad que se evapora. No, Nemes, no.
Yo no he visto "El hijo de Saúl" pero, digo yo, esa luz que pone el director al acabar la película ¿no representará el fin del holocausto, la salvación que finalmente llegó (aunque para muchos fuera tarde)?
ResponderEliminarAl fin y al cabo aquel horror tuvo su fin, y esa es la luz. En fin, digo yo, yo qué sé...