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viernes, 4 de enero de 2013

Confesiones




No sería exagerado decir que el género literario de las "confesiones" ha gozado de una excelente salud desde su brillantísima inauguración en el s. IV con San Agustín (por no mencionar el género "meditaciones" o "reflexiones" de los clásicos, donde con más o menos aparente disimulo se 'confesaba' el autor de turno) hasta nuestros días. Días éstos hipertrofiados de confesiones de todo tipo: literarias, testamentarias, políticas, profesionales, intelectuales, familiares, íntimas, médicas, psicológicas, psiquiátricas, radiofónicas, televisivas, teatrales, cinematográficas, etc, etc. 
Qué peste de manía confesional se nos impone a todos sin haber pedido nada. Qué gran deseo el de la gente de confesar lo que nadie quiere oír. Qué presunción, qué falta de cálculo, qué indelicadeza, qué indiscreción, qué aburrimiento, qué cinismo...

Pero lo verdaderamente cínico es la incomprensión y más aún el rechazo del sacramento de la confesión católica en un confesionario de la mayoría de esta población que va detrás de la confesión más imperativa, burda y soez (sea suya o ajena). 

Quien con más elegancia y precisión ha expresado esta contradicción ha sido el matemático más brillante del s. XVII, Blaise Pascal (en sus Pensamientos; un fragmento sobre El amor propio):

"... He aquí una prueba que me horroriza. La religión católica no obliga a descubrir los pecados ante todo el mundo indiferentemente" -(como se hace hoy día en cualquier espectáculo televisivo-periodístico que se precie, apunto yo)- "... permite que permanezcan ocultos a todos los demás hombres, excepto a uno solo, a quien manda que descubramos el fondo de nuestro corazón tal cual es. No hay más que este solo hombre en el mundo a quien nos ordena desengañar, y a él le obliga a un secreto inviolable que hace que este conocimiento sea para él como si no existiera. ¿Se puede imaginar nada más caritativo ni más suave?" -(perfectos adjetivos, "caritativo, suave", si lo comparamos con las repugnantes confesiones contemporáneas, a menudo torturantes o denigratorias, públicas [voluntarias o casi siempre compradas] y clínicas, añado yo)- "...y, sin embargo, la corrupción del hombre es tal, que encuentra todavía dura esta ley; y ha sido una de las razones que ha hecho rebelarse contra la Iglesia a una gran parte de Europa. ¡Qué injusto e irrazonable es el corazón del hombre que encuentra mal que se le obligue a hacer ante un hombre lo que sería justo, en cierto modo, que se hiciera ante todos los hombres!"

No hay duda de que en esta pérdida de lo que podríamos llamar modales (sólo por observar el carácter estético del sacramento de la confesión) hay un rebajamiento de la sensibilidad y capacidad civilizadora de la sociedad.



3 comentarios:

  1. Metidos en confesiones, me gustaría hacer las mías en este día tan especial;vigilia de Reyes Magos ,noche mágica donde las haya,en que la bendita inocencia de los niños ( y no tan niños), preñada de grandes ilusiones ,anhela con ahínco la llegada del amanecer para dar a luz el cumplimiento de sus deseos.Sin querer ser pájaro de mal agüero, aunque si algo pesimista, diría que el mundo occidental esta en declive,en decadencia y de ahí la falta de valores, de sensibilidad y capacidad civilizadora que usted cita Don Lucas.
    Muy bien expresada la certera reflexión de Monsieur Pascal en el S. XVII; nos hace ver que en tres siglos no hemos aprendido nada. Que las contradicciones del hombre con sus consiguientes inseguridades creadas no nos dejan ver o escoger el camino correcto hacia mas altos estratos espirituales de los actuales en que nos movemos.
    Si nos fijamos en San Agustín veremos que tampoco hemos aprendido nada en un periodo de tiempo mucho mas largo ¡¡diecisiete siglos!!.Leyendo a San Agustín quizás aprenderíamos a no ver telebasura ( por simplificar un poco el asunto).
    Las contradicciones nos hacen saltar de una orilla del río a la otra sin saber en la que debemos o queremos quedarnos.En Europa ,por citar algo mas cercano que el resto del mundo,no se si les sucede lo mismo,pero en España cambiamos de orilla de río con la misma facilidad que cambiamos de " chaqueta" o de pensamiento.Todavía no tenemos muy claro si estamos en Africa o en Europa.Si debemos sacralizar y adorar al clero o demonizarlo y descenderlo a los infiernos.Quizas por eso no sabemos que confesionario,de los dos que ilustran el texto, hemos de escoger.Pero ahí está la trampa.Mucha precaución.Aunque ambos comparten una misma acción ( la de aliviar el peso de las culpas?? ), no son lo mismo.Mientras que uno se suele dar gratuitamente y en la intimidad y recogimiento con toda su envoltura mística, el otro suele ser un mercadeo a modo de " Bolsa" donde cada uno de los participantes expone a cotización sus bajezas y verguenzas para ver quien paga mas por ellas.Uno si es una confesión,lo otro es un circo en que todos son cristianos y leones a la vez.

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  2. Aunque no esté de acuerdo en todo lo que dices, estimado Josgu (dices tantas cosas que es lógico que no coincida en algunas), no puedo por menos que agradecer estas aportaciones que, al menos en este caso, desbordan el propio post y animan a seguir publicando más sobre el tema.
    ¡Con estos amigos da gusto tener un blog! Ja, ja... Gracias.

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  3. Hola ando en busca de un pensamiento de Pascal , respecto a la confesión
    alguién podría enviarme el texto si lo tiene
    gracias
    mta371@hotmail.com

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