‘No toquéis la
fe que luego pasa lo que pasa’. Ésta es la síntesis de lo que ha declarado el
dicharachero Papa de las pampas. Ha hablado de ofensas, y ha dicho literalmente
que “no se puede” ofender la religión, sea cual sea.
Ofender viene
del latín offendere, cuyo principal
significado, como es conocido, es ‘chocar’. ¿Y no es eso precisamente lo que
una religión debería soportar con ejemplar estoicismo, el choque, el ataque, la
afrenta… que en el caso al que se refiere el papa es principalmente ¡de viñeta!?
¿No es excesivo? Ya sabemos que la sátira es un arma incruenta extraordinariamente eficaz, y
si es en imágenes más. ¿Pero, cómo unas instituciones seculares e
indestructibles como las religiones, que tuvieron un origen convulso, violento,
trágico, que lo soportaron todo y que asimismo hicieron de todo (y alguna sigue
aún haciendo) pueden caer en la miseria de emplear esa conjunción adversativa (‘pero’)
que se hace letal cuando se está condenando un asesinato colectivo de personas
inocentes? La condena del crimen con ‘peros’ hace removerse en sus tumbas a los
asesinados de Charlie Hebdo porque
los señala con el dedo dejando caer sobre ellos una difusa sospecha de
culpabilidad.
¿Quién decide lo
que es una ofensa… Y cómo la calibra? ¿Cómo un dios increado, infinito y omnisapiente
puede ofenderse por un chiste grosero? ¿Cómo un hombre creado, finito e
ignorante se convierte en defensor y vengador de ese dios? Lo que necesita una
religión fuerte, especialmente una como la cristiano católica -que salvó la
razón en la cultura occidental-, es vivir en la libertad de expresión más
absoluta con ‘ofensas’ de todo tipo, ofensas para demostrar que es ejemplar,
resistente, tolerante e inteligente, y de paso hacer evidente que se diferencia
de una religión intrusiva como el Islam, la cual nada nuevo ha aportado a la
humanidad desde hace casi cinco siglos.
Si de algo
pecan, acaso, los Charlie Hebdo que
en el mundo son es de… poco gusto. Sólo mal gusto, ni más ni menos. De una
grosería ebria y chocarrera generalmente poco relacionada con el humor fino.
Pero, benditos de Dios, el mal gusto está por todas partes, y se puede intentar
evitar -¡y reírse de él!- aunque de ninguna manera penalizar porque, si no, el
mundo sería un infierno invivible. ¿Qué fes de pacotilla son esas que se
sienten amenazadas por el mal gusto?... ¿No han difundido ellas también algunas
dosis de mal gusto?... ¿Cuál es la fe de este papa?...
Ya lo dijo
sabiamente ante el tribunal supremo estadounidense aquel que a tanta gente se
suponía que había ofendido en todo el mundo, el magnate del porno Larry Flynt:
“Si quizás de algo soy culpable es de tener mal gusto”. Nada más.
(PD No estoy del
todo de acuerdo, Larry; sacaste al mercado unas revistas porno de excelentísima
calidad. Dios te bendiga.)
La síntesis es que Bergoglio es bilardista.
ResponderEliminarJajaja!! El bueno de Bilardo.
ResponderEliminar¿Bilardistas contra menottistas?...
Esa es la polémica de estos años en Occidente: zapatero-menotistas o bilardistas. ¿Qué hacer ante el ISIS? En fin..
ResponderEliminarMe he encontrado esta entrevista a Escohotado: http://www.gkillcity.com/articulos/chongo-cultural/antonio-escohotado-lo-que-diferencia-al-liberal-del-conservador-es-estar
Muy bien, cariño, ahí ha patinado el papa Francisco.
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