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martes, 27 de enero de 2015

El mito del maldito

La celebérrima Rumble Fish (La ley de la calle).
Un padre destruido por el desamor y el alcohol, un hijo pequeño tan noble como ingenuo, y el hermano mayor como héroe trágico y centro del drama. La lucidez del padre, la locuacidad ignara del hijo pequeño y el silencio introspectivo del mayor.
Esta escena íntima familiar (excelente escena de rostros) nos dice que es mejor ser mediocre y no tener ningún talento en una situación de marginalidad porque un talento no encauzado sólo puede llevar a la incomprensión, a una cruel infelicidad y a la autodestrucción. (Toda la película gira en torno a eso.)

La escena es magnífica. ¡Pero!... Pero, ay, esa sensación de romántica impostura y poca autenticidad que transmite al cabo. Nos capta y luego nos aparta. Es algo que ocurre en muchas escenas y aun películas enteras del virtuoso F. F. Coppola… No encontrar el fiel entre la realidad y el sueño; entre la certeza y lo irreal. Quizá lo quería así y así hizo su cine. Pero qué lástima que este hombre no se haya dedicado más al cine puramente fantástico.





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