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viernes, 9 de enero de 2015

¡Dejad los piropos en paz!


Forzar la igualdad (pero, realmente, ¿qué es eso?) a golpe de igualitarismo es una de las maneras más decrépitas y tristes de hacer justicia contra la irrevocable desigualdad de la realidad y especialmente contra la literalmente infinita variedad de apariencias físicas.
Parece ser que la presidenta del Observatorio contra la Violencia de Género del CGPJ quiere erradicar los piropos masculinos porque dice que “suponen una invasión a la intimidad de la mujer”.
Qué pena. Dejando aparte ese frívolo atrevimiento de juntar los términos “invasión” e “intimidad” referidos a la mujer en un género tan fugaz, ligero y volátil como el del piropo, habría que explicarle a esta santa señora que el piropo es un arte practicado durante milenios por esforzados caballeros adiestrados en el bien mirar y mejor decir, un decir a veces incluso circunspecto y académico, trabajado en la admiración de la belleza o de la gracia, la contención del deseo y la decantada música de un verbo ingenioso, oportuno y halagador.

La revocación del piropo sería precisamente dar la razón a los que han practicado la grosería, ésta sí, intolerable, contra las mujeres y la censura de su antónimo exacto, ese tipo de creación puramente masculina que fulge como una llama fugaz cuando una mujer, aun sin saberlo, regala a su paso algo especial. Así que: brujas mandonas y aburridas... dejadnos la libertad del piropo!!

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