Estos dos
primeros minutos de arpegiado en movimiento perpetuo para violín solo y bajo (popularmente
conocidos como Imitatione delle campane)
pertenecientes a la Sonata para violín nº
3 en re menor escrita, ¡a finales del s. XVII!, por Johann Paul von Westhoff, violinista y
compositor germano nacido en Dresde en 1656, han sido fuente de inspiración y
copia a lo largo y ancho de toda la historia de la música. Empezando por J. S.
Bach, quien coincidió aún muy joven con Westhoff en la corte del duque de Sajonia
en Weimar y que, sin duda, tomó efectos, dinámicas y concentraciones sonoras de
su compatriota para sus geniales sonatas y partitas, y siguiendo con toda la
escuela violinística centroeuropea e italiana del barroco para saltar luego al
virtuosismo romántico hasta llegar, ¡sobre todo!, al s. XX, y muy especialmente
a la música minimalista y repetitiva y, asimismo, a la cinematográfica. En
cuántas películas –de misterio, dramáticas, de amor, psicológicas, de acción-
hemos oído esta manera de arpegiar el violín proveniente del s. XVII. ¡Pero
copiada casi literalmente! Y es que con el transcurrir de los siglos la fórmula
se ha convertido en un sonido objetivo e intemporal; en un clásico
procedimiento musical para transmitir o expresar inquietud, zozobra, peligro...
De muy bella forma, por cierto. Los dos primeros minutos:
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