En velada disputada el viernes pasado en Manchester, el
británico Scott Quigg retuvo el cinturón mundial supergallo de la
AMB tras imponerse por nocaut técnico en el segundo asalto al español
Kiko Martínez.
Martínez dominó el primer asalto con absoluta convicción. Pero un pequeño
descuido en el segundo supuso un certero gancho que le
hizo tambalearse. Ahí se rompió una confianza que hasta entonces era granito.
El asimismo sorprendido boxeador inglés comprendió que con ese golpe el combate
giró 180 grados y fue a por todas. El castigo al español fue inmediato e
implacable, y el derrumbe de éste irrevocable. El réferi paró la
batalla. En el boxeo se pasa de la seguridad dominante a la derrota en un
suspiro. El arrojo puede acompañar, pero la fuerza cede. Relajar un segundo la
guardia… y caer. ¿Quién era ese que ganaba hace un instante… quién ahora el que está en el
suelo? Asimilar eso requiere mucha templanza.
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