Desgraciadamente,
desde hace ya mucho tiempo, exactamente desde la extensión de las vacaciones
familiares a una mayoría de la población, la pregunta “¿y qué hacemos con los
abuelos?” era el momento problemático del inicio del estío en los países
avanzados. Los abuelos, que tanto juego dan durante el resto del año, se convertían
de golpe, de la primavera al verano, en una amenaza y una rémora. Pero el
hombre es sabio y todo lo que no puede destruir lo acaba aprovechando de la mejor manera posible. Por fin, las familias han encontrado la utilidad de los abuelos en
verano:
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