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sábado, 1 de diciembre de 2012

Flechazos fatales. La Cummins.


Es un tópico bien conocido del cine clásico americano la perdición del hombre por la mujer fatal, motivo fetiche buscado siempre por productores y directores con el fin de apuntalar estrellatos, atraer público y conseguir grandes sumas de dinero.

Una larga lista de actrices han encarnado al fetiche con memorable eficacia y ahí quedan, pero también otras fueron olvidadas con suma rapidez, tal vez porque en su representación del prototipo se desviaron demasiado del modelo desfigurando hasta el límite de lo tolerable por el espectador medio lo que cabía esperar de una femme noire de celuloide.
Una de esas desviadas fue la irlandesa Peggy Cummins, no muy pródiga en las pantallas aunque llegó a trabajar para mitos de la dirección como Mankiewicz y Jaques Tourneur.
Creo que el momento de la Cummins fue Gun Crazy (El demonio de las armas), de Joseph H. Lewis.
El descarado erotismo que muestra en esta película, displicente, por momentos viscoso, propulsado por una oscura codicia vital uniformemente acelerada, hacen de ella un ejemplo de mujer fatal desencajada y salida de control; no sólo, claro está, del control masculino, sino de lo que puede esperar el imaginario femenino de una mujer al margen y tendente a la más radical de las violencias en la vertiente de las armas de fuego. 
A todo ello contribuyen, entre otras cosas, esos turbadores ojitos de mirada patológica, la movilidad ciliar y una mímica bucal de auténtica viciosa. Si además se le pone enfrente al buenazo de John Dall, el efecto es demoledor, como se puede comprobar en estas dos excelentes escenas: ...

*1ª -Cuando la pareja se conoce. Fíjense en la cara de entusiasmo memo de él (se adivina ya su futura perdición) y en el bizarro encanto de ella vestida de pistolera de feria:


*2ª-Cuando ella le hace entender que si no accede a sus deseos ("I want things, a lot of things, big things...", le dice) lo que le espera es el ‘adiós pringao’ inmediato (impresionante el momento previo al beso que sella definitivamente el pacto trágico con un primer plano de la Cummins tensando el rostro en magistral avidez carnal):


7 comentarios:

  1. Estoy totalmente de acuerdo porque nunca me ha gustado esta película, al contrario de lo que te pasa a ti. No me gusta ella, ni me gusta él, no entiendo esa atracción ni la espiral de violencia en la que se ven sumidos. No tiene ni punto de compraración con Barbara Stanwyck en Perdición, por ejemplo. Por no hablar de Ava Gardner en Forajidos. ¡Ésas sí! Más que una femme fatale, la Cummings me parece una loca, casi retrasada y desagradable. Y él, bueno, ya lo dices tú, un memo. No me extraña que haya caído en el olvido, porque vamos.

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  2. Ja, ja, ja... Piensa que lo que dices confirma bastante lo que he escrito sobre ese tipo de mujer fatal rechazada.

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  3. Doble indemnización1 de diciembre de 2012, 12:00

    Joé, cómo os enrolláis. Es una mujer, y tiene un arma.

    "Jacques" Tourneur..

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  4. Y deshabilita ya el filtro de comentarios, neng.

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  5. Otro día quizás habría que hablar de las mujeres fatales y los conflictos de clase. Muy importante. No es lo mismo una mujer fatal de clase alta que una de clase baja, como ésta.

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  6. Mujer fatal y conflictos de clase. Estás hablando de Diane Tremeyne y Frank Jessup, ¿no?

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  7. Bueno, sí, ahí hay mucha tela. Cara de ángel frente a cara de bruto.

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